Por qué me gusta Plutón

Una de las experiencias místicas que uno puede libar una noche cualquiera en que está de cubatas con los amigos, es que se te enganche una mosca cojonera en forma de borracho. El de anoche en concreto iba de intelectual. Nada más verme me preguntó: «¿Qué opinas de Ray Loriga?»

A las dos y veinte de la madrugada, con tres cubatas en el cuerpo (ya sé que con semejante currículum, no es que sea precisamente Bukowski) Loriga lo único que me parece es indigesto. Él y su puta madre. Eso unido a mi desprecio hacia la supuesta Generación X española, hizo que empezáramos mal.

El caso es que, tonto de mí, le seguí la corriente e intenté hilar un discurso todo lo coherente que me permitía el cansancio y el Bacardí con hielo. Si mal no recuerdo, creo que terminé afirmando que tampoco es que me volviera loco (evitando decir que lo considero un niño pijo pedante y que perfila sus patillas con su VISA Oro del Corte Inglés.) Esto hizo que el Charlie (que así se llamaba la caparra) soltara un:«¡Pero qué dices!¡Si es un genio!»

Jooooooder. No lo vi venir. Traía el discurso preparado de casa. De quince folios y pico y con letra menuda. Se ve que pretendía que anoche alguien le chupara su verga intelectual, tanto es así, que la presión en los testículos hizo que su sermón se volviera cada vez más violento. Me acusó de que todavía NO me había oído decir que nada ME gustase. «¿Qué es lo que realmente te mola?¿qué es lo que te hace decir "esto es LA HOSTIA"?»

Mi respuesta fue, «Plutón. Cuando oí que ya no era un planeta dije "¡la hostia!"»

El Charlie se largó como dama ofendida dieciochesca. A los quince minutos volvió a la carga.

«Aún no me has dicho lo que te gusta.»
«¿Será porque no eres una rubia de tetas enormes, a la cual pretenda llevar a la cama?»

Tras esto y por suerte, uno de los amigos de la ladilla se lo llevó a otro bar . Si algo bueno tuvo este encontronazo es que nos diera tema de conversación para el resto de la noche, poniéndole del mismo verde que los habitantes de Plutón.