Cumpliendo con las leyes de Murphy, hace unos días, tuve que abandonar rápidamente el baño -aguas mayores- para contestar el teléfono que sonaba insistentemente. Lo cogí como pude en la creencia de que era una llamada que esperaba pero, mi gozo en un pozo, en la pantalla aparecía escrito "Privado".
Desde hace unos años, es raro el día que no llaman a una hora imprevista con el tema del spam. Suelen hacerlo con número oculto por lo que ante una llamada así, cuelgo sin dejarles hablar o directamente la ignoro, pero en esta ocasión y con las pintas que llevaba -pantalón bajado- me pudo más la rabia. Trabajaban para un conocido proveedor de internet preguntando si yo ya tenía conexión en casa o si me interesaba tenerla.
Prometo que me contuve cuando envié tan solo a hacer puñetas (palabras literales; ni una más ni una menos y encima hablándole de usted) al sudamericano que me hablaba desde el otro lado de la línea, colgándole acto seguido. No pasaron ni veinte segundos cuando me vuelven a llamar del mismo número y un personaje me amenazó de la siguiente manera: "Is usté don Fulanito di Tal... ¡qui sipa qui lo tinimos toto grabado!" con un acento magreví más cercano al de Apu Nahasapeemapetilon que al rifeño. De nuevo me refrené cuando a gritos le dije que no amenazase, colgando a continuación antes de que mi boca surgiesen todo tipo de insultos racistas. No volvieron a molestarme.
Las conclusiones a sacar de este suceso son las siguientes:
- Si más gente insultase a estos timadores su trabajo sería más ingrato y al menos se irían a la cama con un concepto claro de lo que pensamos de ellos.
- Que no me valen excusas del tipo: "Pobrecitos. Algo tienen que hacer para vivir" o "Son unos mandados. Ellos no tiene la culpa sino sus jefes". Tan culpable es el que ordena como el que obedece. Que se busquen la vida de una manera honrada, que cojan un fusil y hagan la revolución o que se peguen un tiro si no lo aguantan. Para mí tienen tanto valor como personas que lo que se quedó en la taza del inodoro cuando ellos me llamaron.
- Que voy a informarme sobre mis derechos de tal manera que la próxima llamada que me realicen sea antológica.
P.D.: Ya me gustaría a mí que me llamase su jefe en persona para insultarle como a su subordinado, pero da la casualidad de que aunque pregunte por él, no está. Siempre le pilla visitando a su repajolera madre.
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