06 agosto 2008

La vulgaridad de los conciertos


Muro con carteles

En la entrevista que aparece en El Mundo a Gay Mercader, promotor histórico de conciertos míticos en España, aparece solapada una afirmación con la que coincido: EN LA ACTUALIDAD, IR A UN CONCIERTO ES UN ACTO VULGAR.

Sólo teneis que fijaros en una cosa. Ahora mismo las paredes de cualquier ciudad, y más en estas fechas, están plagados de carteles de conciertos o festivales con nombres de grupos de todas las categorías y estilos. Desde los infumables de OT, pasando por los geriátricos Deep Purple o la estudiadísima lavaconciencias titulada La Mar de Músicas. Para asistir a ellos sólo hace falta dos cosas:

a) Pagar la entrada: Se trata de un acto impersonal, tanto que a veces tan solo consiste en introducir una serie de datos en el ordenador y pulsar la tecla Enter.

b) Desplazarse: Es tal la profusión, que es raro realizar un viaje de más de cinco horas para ver a alguien. Al igual que el apartado anterior, también es algo impersonal. Si hay dinero no hay problema y si no pues se va un poco la aventura ¡y ya está! que tampoco pasa nada.

Como se ve tan sólo es una cuestión de dinero, lo cual le ha hecho perder todo el glamour que pudieran tener. Si a eso le sumamos que ciertos grupos/cantantes realizan el mismo show aquí que en Baldemoro y que al menos asisten tres, cuatro, cincomil personas (*) , estar dentro te hace tener una sensación de aborregamiento muy chunga.

En fin, que esto me hace recordar cuando en alguna entrevista Miguel Bosé o la infame Olvido Gara afirmaban de sus viajes en los ochenta a Londres, para ver a David Bowie y que cuando yo tenía quince años me hacía abrir los ojos como compuertas de submarino. Ahora sé que tan sólo eran nenes pijos con dinero y medios. Un asco.



(*) En esto coincido con Jorge Martínez, guitarrista y cantante de "Ilegales", que afirmó hace tiempo en una entrevista, que un concierto donde hay más de dosmil personas es un timo.

1 comentario:

Duckland dijo...

Mi amigo mio... poco o nada me ha bastado para reconocer en tus palabras a un caballero que se dió a conocer con el estribillo de un robot futurista...

Coincido con vos y sólo acerrima fan de mi propia sociopatía, me negaré ahora y siempre a ceder al aborregamiento de un concierto, aunque acabe por asistir y/o sea de la mismísima artista Íngle Real, que también canta y no poco.