En temas económicos y políticos, nada mejor que buscarse una excusa recurrente. Cuanto más estúpida, absurda y parda, mejor. Pase lo que pase, haces uso de ella y todo el mundo asiente y se aborrega ante tan suma realidad, como por ejemplo:
- Cuando la invasión de Iraq en el año 92, entrabas en un bar, pedías una caña y al ir al pagar el camarero te decía una cifra treinta o cuarenta pesetas mayor que la semana anterior. Ante tu cara de sospecha, y con todo el morro te soltaba: "Es por culpa de la guerra de Irak". Dicho esto, todo el mundo se despreocupaba y creía a pies juntillas que la cerveza la distribuían por oleoducto.
- En la actualidad es el tema de la supuesta crisis el que manda. Tanto es así, que hasta se uiliza demencialmente para realizar justificaciones macabras: «Pere Navarro achaca a la preocupación por la crisis el aumento de muertos en carretera» (elmundo.es)