31 agosto 2009

¡Aleluya!: Habemus horaris


Aleluya Habemus horaris

¡Tenemos buena nueva! Después de TANTÍSIMOS AÑOS, la empresa LYCAR (Grupo Damas) la de los autobuses Murcia-Cartagena y viceversa ¡TIENE LOS HORARIOS COLGADOS DE INTERNET!

¡Sí! Los podeis consultar en su página www.lycar.es. ¡Albricias y parabienes! Por fin al hacer clic en el botón "Rutas y horarios" ¡surge la información! y no una pantallita en blanco como hasta ahora. ¡Incluso te la puedes descargar en PDF!

Y ahora en serio. Se agradece a la empresa que este tipo de información aparezca por la red ya que resulta muy útil para todos aquellos que utilizamos este tipo de servicio. Esperemos y confiamos en que no caiga en saco roto y no termine abandonada y desectualizada como tantas otras que aparecen por ahí. Esperemos también, que se terminen de corregir fallos como la ausencia de información sobre las tarifas (al hacer clic en el botón correspondiente, no surge nada) o algunas rutas. La página, y esto es una crítica personal, merecería que no se hubiese hecho en Flash ya que da problemas en ciertos equipos y se hubiese optado por un formato más funcional. Aún así informa que es lo necesario y es atractiva visualmente. Gracias de nuevo.



Nota: No, no sé latín y no sé si "horaris" es correcto. Y eso que según mi vecino, yo iba para monje.

27 agosto 2009

El dichoso uniforme


El dichoso uniforme

Por enésisisisima vez alguien pide la vuelta de los antiguos valores y exclama la necesidad de la vuelta del uniforme escolar. Leo en Público.es:

«Reimplantar el uniforme para frenar el consumismo»

«Un pedagogo catalán propone el regreso de la uniformidad a los colegios para que los jóvenes dejen de competir por la ropa y las marcas.

El catedrático de Pedagogía de la Universidad Autónoma de Barcelona, Jaume Sarramona, ha propuesto que las escuelas vuelvan a implantar el uso de uniforme entre sus alumnos con el propósito de poner freno al consumismo y que éstos dejen de competir por la ropa y "las marcas".»

Para mi gusto, el susodicho está muy bien donde se encuentra ahora mismo: en la escuela privada por tratarse de un valor antediluviano propio de este tipo de instituciones. Es un instrumento que tiene más de castrense, castrador y alienante que educativo. Castrense por equiparar tradicionalmente la disciplina militar con la instrucción cívica, donde el uniforme cumple un papel importante junto a otras cosas como la formación disciplinaria en filas o el que se levantasen los alumnos al entrar en el aula el profesor de turno. Castrante porque resultaban infantilmente ridículos sus diseños al llegar a una ostentosa pubertad y alienante por el impedimento que suponen al desarrollo de la personalidad individual.

Habría que añadir que su supuesto efecto igualitario desaparecía de tres maneras. Una por el desgaste y la renovación posterior del mismo (las familias menos pudientes tendían al remiendo antes que a la sustitución) dos por los complementos (el que lleva el teléfono móvil, estuche, bolígrafo, mochila, consola de videojuegos o zapatillas deportivas más chulas es el rey) y tres, porque fuera del colegio el uniforme desaparece y se ve claramente la posición social de cada cual.

Dicho esto, también defiendo la vuelta a la educación en ciertos valores como el esfuerzo y la recompensa, pero sin hipocresías como es en este caso los uniformes que por cierto y dicho por todos los que han pasado por ello, pasabas calor en verano y frío en invierno. Si se quiere educar en evitar el consumismo feroz, hay que enseñar a los chavales cosas como los falsos valores y estereotipos que imponen la publicidad y la sociedad y no ponerles una venda en los ojos con es un pullover con el escudo de los Hermanos Castristas bordado en hilo de oro por la hermanitas del Cristo Verde.

Ilogicadas


Ilógicadas

Hay cosas que me dan rabia por ilógicas ya que se intuye que lo son por pura desidia o estupidez de sus responsables. Expongo un par de ejemplos:

  • Primer ejemplo: cuando aparecen en algunas facturas la coletilla final de "si quiere saber más sobre su nueva facturación consulte la página www.mongolasa.com", sin especificar en qué parte de ella aparece esa información en concreto. Suele ser la norma, que al acceder al portal, te encuentras con una locura de banners, listados y enlaces que en nada tienen que ver con la información que buscas y si finalmente accedes a ella es de manera indirecta, buscando a través de Google "mongolosa +nueva +facturación". Por cierto, a veces ocurre que lo que aparece en la página web de marras es exactamente lo mismo que está impreso en la factura y por lo tanto resulta una tomadura de pelo su consulta.
  • Segundo ejemplo: anoche cenando, un amigo me comentaba lo cara que le había salido la reparación de su automóvil por lo siguiente. Salía de trabajar y en dirección a casa se dio cuenta que con lo que quedaba de gasolina no iba a llegar para todo el trayecto. Accedió a una estación de autoservicio que le pillaba de paso y se dispuso a repostar. Lo primero es preguntarse por qué son igual o más caras este tipo de gasolineras que las otras, si el que te sirves eres tú -se ahorran un sueldo- y se trata de una simple rutina. Aún no he visto a nadie con estilo propio a la hora de llenar el depósito. Lo segundo es que debido a las prisas cogió la manguera que no era y escanció gasolina normal en su coche de motor diésel. La tontería le salió por 120 euros, que se podría haber ahorrado si a alguien se le hubiese ocurrido estandarizar boquillas diferentes para el surtidor de gasolina y el de diésel. Encima, cuando llegó al taller le afirmaron que es un error muy común y era rara la semana que no reciben a alguien por el mismo caso.

Como veis son errores, dos entre muchos, fácilmente evitables si alguien se molestase mínimamente, pero está claro que hasta que no les cambian la zanahoria por el palo sus encargados son incapaces de molestarse. La ilógica humana es la filosofía de estos burros.

26 agosto 2009

Ñoñopoints


Ñoñopoint

Hay gente que tiene la mala costumbre de no seleccionar lo que te envían por correo electrónico aunque tengan la mejor de las intenciones, y por ello ves como tu dirección se ve inundada de powerpoints que huelen a rancio, de una categoría denominada ÑOÑOPOINTS.

Son fáciles de identificar:

  • Contienen un texto cursi o nostágico, con intenciones poéticas y muy felizoides.
  • Las imágenes van en consonancia al texto, no suelen ser originales y pertenecen a la categoría de "Fondo de pantalla" en Google Imágenes.
  • La música, si la hubiera, suele recorrer los grandes éxitos de la infumable Enya, el tema principal de la viscosa "La vida es bella" y los clásicos inmortales en sus peores interpretaciones.
Pues bien, esta mañana he recibido uno de la categoría diez en la escala de ñoñez (Aquellos años.ppt), el cual paso a comentaros. Está perpretado por un tal Óscar y en resumen viene a comparar con desdén la joven generación actual con los nacidos en las décadas de los sesenta y setenta. El texto es un monumento a la nostalgia demagógica y barata. Paso a exponerlo (en cursiva el texto original):

  • ¿Naciste en la década de los años 50, en la de los 60 o en los 70?¿Y cómo es que conseguiste sobrevivir? Los coches no tenían cinturones de seguridad reposa-cabezas, ni tampoco airbags. En los asientos traseros nos lo pasábamos como Dios y no era peligroso.
La primera en la frente. Esto es una auténtica loa a la insensatez (la tónica del resto del texto va en este sentido). Si yo afirmase que he cruzado en un par de ocasiones los carriles de una autopista a pie, no por ello demostraría que el riesgo de que me atropellen es nulo. En todo caso habría que felicitar a mi ángel de la guarda por estar al quite. Lo mismo ocurre con esto. Si existiesen, habría que revisar los informes de los accidentes de la época para ver su gravedad, y establecer una comparativa con el parque móvil actual que es muchísimo mayor y en relación directa el número de incidentes. Preocuparse por la seguridad de los pasajeros en coches mucho más veloces que los de aquella época, que van por mejores carreteras y ahora que se realizan desplazamientos más amplios con un tráfico más denso NO ES NINGUNA TONTERÍA.

  • Las cunas y los juguetes estaban hechos con pinturas que tenían un alto contenido en plomo u otros materiales peligrosos. No existían los sistemas de seguridad para niños en los enchufes, puertas de coches, medicamentos o en los productos químicos para la limpieza del hogar. Se podía andar en bicicleta sin tener que llevar casco. Se bebía agua de la manguera del jardín o de las fuentes públicas y no agua mineral de botellas esterilizadas. Construíamos coches con cajas de madera, y aquellos que teníamos la suerte de vivir en una calle asfaltada con pendiente podíamos intentar fijar un nuevo récord de velocidad. Y nunca les poníamos frenos. ¡Normalmente después de un par de accidentes el problema se solucionaba por sí solo!

Vuelta a lo mismo. Las precauciones EVITAN cosas como el saturnismo, las intoxicaciones por ingestión, las quemaduras por meter los dedos donde no debemos o las fracturas craneales. Si alguien recuerda todo eso con agrado es porque se trata de un masoquista o un amnésico que no recuerda lo dolorosas que son ciertas heridas. Creernos que lo que no nos mata, nos hace más fuertes es tanto como creerse más inteligente por darse de porrazos con un martillo en la cabeza.
  • Se podía salir a jugar a la calle con la única condición de volver a casa antes de que oscureciera. No existían los móviles... y nadie sabía por dónde andábamos ¡Increíble!
Eso de volver a casa antes que oscureciera, sólo si eras chico. Si eras chica, la pata quebrada y en casa no sea que te preñaran por ahí. Y acerca del móvil, parece ser que recientemente se ha descubierto un botón para apagarlo :D.

  • Las clases duraban hasta el mediodía y... ¡veníamos a comer a casa!

Vaya ¡como en la actualidad! Claro que supongo que el autor se refiere a que sus madres ESTABAN AHÍ PARA HACERLES LA COMIDA al volver a casa. Hay quien lo de la liberación femenina y su incorporación al trabajo, le viene grande.

  • Teníamos heridas por caídas, huesos rotos y también dientes rotos pero nunca por ello demandabas a nadie, ni nadie te denunciaba a ti, aunque hubiese una pelea. Nadie tenía la culpa, sólo nosotros mismos.
Este hombre ha visto muchas teleseries y películas norteamericanas. ¡Ah, por cierto! Los menores actuales también se meten en peleas y algunos incluso se rompen las paletas.

  • Podíamos comer dulces y pan con mantequilla , tomar bebidas con azúcar de verdad y nunca teníamos problemas con el sobrepeso, porque siempre estábamos jugando en la calle y éramos muy activos.
Claro, actualmente la mantequilla no lo es ¡como los sucedáneos que nos daban en los sesenta y setenta! La margarinba no es actual. Y lo de beber refrescos o zumos azucarados no es por una cuestión de peso, sino de caries, ¡otro invento moderno! En cuanto a la insinuación de que ahora son sedentarios, que curioso que exista un término que es el de "hiperactivo". Los gordos son un invento de hace cuatro días.
  • Podíamos compartir entre cuatro una Mirinda o una Coca Cola a morro (más tarde ya eran jarras de cerveza)… beber de la misma botella o jarra sin que nadie muriese por ello.
¡Que vivan los herpes labiales! Si se compartía un refresco era (y es) por no tener un duro para más, no por una cuestión de confianza. Por cierto en los “botellones” actuales también se comparten bebidas y nadie muere.

  • No teníamos Playstation, Nintendo 64, X-Boxes, ni videojuegos, ni noventa y nueve canales por cable, ni vídeos, ni Dolby Surround, ni teléfonos móviles, ni ordenador, ni chats en Internet sin embargo …¡teníamos amigos!.
¿Y sabes qué? Los chavales actuales tienen todo eso y además … ¡amigos! con los cuales juegan (a los videojuegos y al fútbol), “chatean” y conversan, escuchan música, pasean chicos y chicas y corren por las calles y las escaleras. Van al cine, comen pipas y chucherías , montan en bicicleta, patines y patinete… ¿Te lo puedes creer? ¡No son los marcianos que tú crees!

  • Podíamos salir e ir a pie o en bicicleta a visitar a nuestros amigos aunque viviesen a varios kilómetros de distancia, entrar en sus casas casi sin llamar a la puerta al ir a buscarlos para jugar.

Pues los míos, y los de la mayoría de la gente normal, vivían cerca de casa. ¿En dónde te has criado? En cuanto a entrar como Pedro por su casa, insisto ¿en qué pueblo te has criado?¿no teníais llamadores o timbres?

  • Jugábamos al fútbol en la calle durante horas sin pabellones ni canchas reglamentarias y con una sola portería. Si a alguno de nosotros no se le daba bien y no le escogían para la selección del colegio, no se creaba un trauma psicológico ni el mundo se venía abajo por eso.

Vaya, ahora resulta que en la actualidad hay pabellones polideportivos de acceso libre en cada parque y en cada cruce de calles. En cuanto a lo del “trauma”, según el autor de esta pastelada, las rabietas infantiles se inventaron a partir de los años ochenta.

  • Algunos alumnos no eran tan buenos como otros y si tenían que repetir se repetía y punto. Por ello no se enviaba nadie al psicólogo o al pedagogo. Nadie tenía por ello dislexia, problemas de concentración o era hiperactivo, simplemente se volvía a repetir curso y todos tenían su oportunidad.
¡Vaya!¡qué falta de memoria! ¿Cuántas veces no seseaste tener alguna oportunidad más con una asignatura o poder demostrar que a pesar de las notas tenías potencial para otras cosas?¿cuántas veces no habrías querido tener ayuda? A perdon. No recordaba que en tu pueblo de paletos erais de los de "ejtudia o a ará ar campo".

  • Teníamos libertad (=?) , a veces contratiempos , éxitos , fracasos, deberes, sinsabores.... ...y aprendíamos a vivir con ello. La gran pregunta es: ¿¿¿cómo cojones hemos conseguido sobrevivir a todo ello ??? Y sobre todo.. ¿¿Cómo hemos podido desarrollar nuestra personalidad?? Seguro que te dirán que teníamos una vida muy cutre y aburrida... pero a pesar de Franco, de los curas, de la puta transición, del Tejerazo, de la cagada de Cardeñosa en el Mundial de Argentina’78 o del ridículo del de España’82... ¡¡¡¡Fuimos muy felices!!!! ... ¿¿¿o no????
Lo de la libertad no sé por dónde lo veías tú, lo de las lecciones de vida tampoco cuando has tenido que escribir ente ñoñopoint. En cuanto a lo de sobrevivir, es una exageración. Aquí no había una guerra y no jugábamos al fútbol sobre un campo de minas. Aún así, algunos chavales morían por cosas a las cuales tú no le das importancia (intoxicaciones, caídas, golpes) y yo he sido testigo de una por fiebre tifoidea que se podía haber evitado si al chaval se le hubiese explicado que bañarse en una charca conlleva riesgos. ¡Ves! uno que no sobrevivió). Pero si tus únicos problemas eran Franco, los curas y el fútbol posiblemente fueras muy feliz. ESTUPIDAMENTE feliz.

23 agosto 2009

El teorema pardo del chiste de la pelotita de pimpón


Pelotitas de pimpón

Cuando yo era pequeño se estilaba una broma que se denominaba "El chiste de la pelotita de pimpón". Alguien (un hermano, un amigo) que decía contarte un chiste comenzaba así: "Érase un padre que tenía un hijo muy inteligente. Tras pasar con la mejor nota a los seis años el examen de ingreso a un prestigioso colegio, le preguntó qué regalo quería como recompensa a lo que el chaval respondió: ¡una pelotita de pimpón!. El padre se extrañó y le preguntó que si en vez de ese ridículo obsequio no prefería otra cosa y el niño le dijo que no. El padre finalmente accedió a los deseos del hijo y el niño se puso la mar de contento. A los meses fue el compleaños del nene y su padre le volvió a formular la misma pregunta. La respuesta fue similar: ¡una pelotita de pimpón!"...

Esta biografía se prolongaba hasta donde quería el narrador y hasta el límite de paciencia del que la escuchaba. Cuando el primero veía que ya estaba bien de cachondeo daba fin diciendo: "Cuando el chaval cumplió los cincuenta años y su padre, como siempre, le reiteró la pregunta de toda su vida, él le repondió: una pelotita de pimpón... ¡y un Ferrari!. El padre se quedó patidifuso por la novedad, pero se alegró de que el chaval pidiera cosas más normales. El día de su cumpleaños, el hijo se montó en el flamante coche no sin antes haber guardado la pelotita de pimpón, con la mala suerte de que al tomar la primera curva este volcó resultando gravemente herido. En el lecho de muerte y entre sollozos, el padre le formuló la pregunta que le acosaba toda su vida: ¿ para qué querías TANTAS pelotitas de pimpón?. Con su último aliento le reponde: para...para.... ¡Y VA Y SE MUERE!".

Como veis NO era un chiste, era una BROMA PESADA para acabar con la paciencia del oyente. Crea la espectación de un misterio y luego finaliza como una tomadura de pelo. Pues bien, esta misma estructura la he encontrado en muchas narraciones, ya fuesen guiones de cine o televisión o novelas. Mi última vez ha sido con la novela de "El secreto del gazpacho" de Gervasio Posadas.

El libro comienza muy bien, presentando al protagonista, Rodrigo Alonso un publicitario de carrera cínico y pijo madrileño, que harto del mundo del marketing decide abandonarlo todo para escribir un libro de autoayuda que le vuelva multimillonario. El mundo en que se desenvuelve el personaje está muy bien descrito y la crítica a los libros de autoayuda resulta feroz, tachándolos de simplistas sacacuartos. Todo ello me enganchó y resultaba muy ameno hasta que de repente a mitad del libro, el autor hace intervenir a una secta cuyo fin es la ¡conquista del mundo! liderada por un malo de opereta, tan tópico que ríete de Dan Brown, al que por cierto también lo critica aunque levemente. La otra mitad de la narración es un thriller estereotipado y simplón que lo coloca a la altura de todos los libros que se atreve a criticar cuando no, por debajo.

Para joder aún más la marrana, el epílogo final es de órdago. Se trata de un happy end a la americana vomitivo: Rodrigo tras ser torturado por la secta y rescatado en el último momento por los GEOS de una muerte segura, se restablece psicológicamente gracias a las terapias de un psicólogo que le enseña el pensamiento positivo. Deja de perseguir mujeres para casarse con la petarda que siempre estuvo enamorada de él, tiene una hija con ella, sus amigos lo imitan, , se reconcilia con su padre, ayuda a su asistenta dominicana a levantar un negocio de catering de éxito y proclama su felicidad esparciéndola por dondequiera que pisa.

En resumen, que comienza siendo una crítica al fenómeno económico y social de la autoayuda en la voz de un manipulador profesional, pasa a ser una novelucha de asesinatos con trama infantil y termina proclamando las bondades de la felicidad. Lo dicho: una tomadura de pelo.