06 abril 2010

La nana de los cebollos


La nana de los cebollos

Es curioso como la historia de España es un claro ejemplo de cómo cambiar las cosas para que los mismos sigan en donde no les corresponde. Caciques analfabetos, retrógrados, viciosos, catetos y codiciosos vuelven en forma de sucesión dinástica por la gracia de Dios o el mismo demonio. Claro ejemplo de lo que digo, fue la entrega por parte del encargado de La Casa del Libro de las obras completas de Miguel Hernández a la pareja real española durante los actos de celebración del centenario de la Gran Vía madrileña.

Miguel Hernández no era un santo lo sabemos, pero también es cierto que entró en combate a la misma hora que el Conde de Barcelona se presentara el uno de agosto de del treinta y seis vestido con camisa azul falangista y boina carlista para ponerse al "servicio de España" y los generales traidores al gobierno de la IIª República (todo ello, con el apoyo de su padre Alfonso XIII) . Que el hijo y nieto de semejantes chaqueteros, pueda disfrutar gratis de la obra de alguien que se pudrió en la cárcel, nunca mejor dicho, por no renunciar a su obra e ideología, me da arcardas pues bien dice le refrán que "de casta le viene al galgo" y D. Juan Carlos el trono lo heredó de su sangre.

P.D.: Para los más optimistas. Yo no veo en esto un acto vanal o de "reconciliación nacional" sino ignorancia y falta de tacto.

4 comentarios:

Pilar dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=F01SCcPsC7k&feature=player_embedded#

qué sorpresa!

Mara Jade dijo...

Amen.

David Bowman dijo...

Hombre, todos tenemos una Historia, eso no hay quien lo arregle. Pero tú, por lo que se ve, desconoces la tuya y la de tu sangre (algo, por cierto, que sí tiene arreglo). Mientras lo arreglas, haz una cosa: no te pongas estupendo (y, de ijnonorancia, mejor no hables). Y ve a la escuela. Allí enseñan cosas.
Alé. Que t traigan muchas cosas los Reyes. Un Manueal de Historia, para empezar. Y otro de educación y buenas maneras, ya de paso.

David Bowman dijo...

Amigo mitificador, quisiera señalar, primero, que considero honor inmerecido que se ocupe usted tanto de mi pobre y espontánea (tal vez en exceso) puntualización a su escrito titulado -con escaso acierto- ‘la nana de los cebollos’. Soy seguidor entusiasta de su blog, habitualmente tan atinado, y si le contesto aquí, en el mismo blog, es por estimar que es aquí -al pie de su impreciso comentario- donde deben constar las puntualizaciones al mismo.

Le diré, primero, que no me molesta en el texto de esta entrada otra cosa que no sea su inexactitud y lo que estimo falta de justicia y de respeto a uno de los textos más bellos, significativos e intensos de toda le literatura española del siglo XX, y aún de todos los siglos. Sería difícil una antología de poesía española de todos los tiempos en la que la ‘Nana de la cebolla’ no figurase junto a las joyas del romancero, las coplas manriqueñas o lo mejor del siglo de oro, sea una égloga del gran Garcilaso -el ahogado del Tajo, en sugestiva metáfora precisamente hernandiana- sean los mejores sonetos de don Francisco.

En cuanto a SM El Rey diréle a usted que mis padres y abuelos -y quizá también los de usted, amigo (des) mitificador- cometieron errores. No sé en su caso, pero en el mío sólo he heredado de todo ese oceáno de pecado algunas deudas anejas al patrimonio familiar (que he heredado también). Nada más. Al fin y al cabo, tampoco he heredado los éxitos de mis predecesores, que fueron muchos (ni tampoco las glorias, premios, distinciones y parabienes aparejados, más quisiera yo).

Cada generación pone el contador a cero y construye su propio destino. De don Juan Carlos de Borbón y Borbón, nuestro monarca, cabe decir, al menos, que lo hizo con el suyo, y que lo hizo tan radicalmente que rompió cualquier pronóstico (cualquiera), incluso los más agoreros (y a principios de los setenta los había como para quitar el sueño a Drácula). Bien se puede decir, sin temor a exagerar, que Juan Carlos I cambió el rumbo de la Historia y por primera vez en unos doscientos años, un Rey de España lo ha sido verdaderamente de todos los españoles (ya sé que usted no lo cree así, que se le va a hacer: también hay quien no cree en la Teoría de la Relatividad, en la de la Evolución, en el Holocausto ni en el viaje de Armstrong Aldrin y Collins).

Así que no veo porqué no le puede hacer nadie al Rey el honor de regalarle un ejemplar de las obras completas de uno de los primeros escritores españoles del siglo XX, sin duda una edición de las obras completas del oriolano que preparara Orestes Macri y que editara Espasa, un magnífico y exhaustivo trabajo del que soi afortunado poseedor de una primera edición. ¿Es que el Rey de España merece menos que ‘un macri’?¿Sólo porq su padre se apuntó a los dieciocho años -hace más de setenta, cuando él aún no había nacido- a luchar al lado de los militares golpistas? ¿Es qué los hijos deben pagar por las calaveradas juveniles de sus padres adolescentes? ¿Debe tidarse de grosero a un venerable y repetable anciano con una vida entera a su espalda porq a los dieciocho años mease en la calle? ¿Y de fascistas asquerosos a Dionisio Ridruejo y a Josep Pla por haber entrado en marzo del 39 en Barna encuadrados en la corte de Juan Yagüe? Seamos serios, le ruego.