A ver. Como cada vez que sale un Harry Potter, todo el mundo se ha lanzado a criticar a Salamandra Ediciones (y a sus equivalentes extranjeras) para ponerla de color verde, por tardar tantísimo en sacar al mercado su edición en español. Ya es hora de poner los puntos sobre la ies:
- La decisión de no ceder el texto original para su traducción simultánea NO ha sido cosa de ellos sino de Bloomsbury poseedora de los derechos. De esa manera consiguen dos cosas: controlar (con más o menos fortuna) las fugas de información, muy propias en mercados como el asiático y de paso la venta de ejemplares en países no angloparlantes por parte de ansiosos aficionados.
- La traducción de los textos NO depende tanto de la editorial, sino del buen oficio del traductor (la realidad es que al que pone los cuartos, le importa poco la gramática mientras se venda.) Cuando comenzaron a publicarse los títulos allá el noventa y siete, Harry Potter no pasaba de ser una novelilla juvenil, lanzada hacia un tipo de público poco crítico con el tema. No fue hasta el tercer título más o menos, con la promoción de la primera película, que en España se comenzó a hablar de la pottermanía y el personal se puso a revisar el texto original.
Por cierto, no quiero terminar este párrafo sin sacar de nuevo el tema de las anotaciones a pie de página y su ausencia en las ediciones en español. Que supuestamente la saga de Harry Potter fuera tomada por novela juvenil, no es excusa para que no aparezca NI UNA, y más a sabiendas que luego el texto está siendo leído por personas de diferentes edades.
- En cuanto a las traducciones realizadas por los aficionados, comentar que por fortuna, las de esta vez, se pueden clasificar de buenos ejercicios con pequeños fallos. Lo digo porque la vez pasada, con el sexto libro («HP y el Príncipe Mestizo»), se montó una página («El Príncipe Traductor», no confundir con la que hay por ahí colgada) realizada por aficionados de España y América, cuyas traducciones eran cuanto menos experpénticas. Desde fallos gramaticales, errores OBVIOS de traducción, erratas tipográficas, ausencia de párrafos completos por incompetencia del traductor, gente que colgaba traducciones realizadas con infumables programas de traducción y lo que era peor, personas que reivindicaba el acento local sudamericano utilizando el voseo y el ustedes como lenguaje coloquial ("Harry! Vos acá!") Para colmo de males, hicieron eco de ella en un periódico y Salamandra movió hilos para su cierre (cosa que intuyo ocurrirá, esta vez también.)
- Una vez dicho lo anterior, digamos la verdad: ¡lo de menos es la traducción! Lo jodido es una vez con el texto, la revisión, maquetación y la impresión de TANTÍSIMO papel (haced un cálculo aproximado: la edición en tapa dura de Bloomsbury pesa 700 gr. aproximadamente cada ejemplar; multiplicadlo por los miles de ejemplares que se venden por el mundo.) Para colmo de males se han de imprimir todos los ejemplares a la vez y finalmente distribuirlos a tiempo por medio mundo.
Harry Potter sin duda es un negocio rentable, y hay que pensar con la mentalidad comercial de un editor. Scholastic no permitía ninguna traducción simultánea de la novela ya que le interesaba venderla en su lengua original, en paises no angloparlantes. El que ocurran cosas como que la gente cuelgue traducciones en la red, se la trae floja, como supongo que les ocurrirá a Salamandra ya que sabe, que aunque ocurra, no disminuye le número de ventas de su edición impresa, la cual se esperará supongo para primavera de 2008. Por cierto que si yo fuera Pedro del Carril, presidente de Ediciones Salamandra, cogería las traducciones y simplemente se la pasaría a un corrector de estilo, con ligeros conocimientos de inglés para que la retocara un poco. Total los mismos que lo critican son los que le han regalado el trabajo.
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