09 octubre 2006

Cuadernillos Rubio

cuadernos rubio_MAL


Se trata de un artículo muy majo sobre algo que casi todo el mundo conoce: esa tortura escolar denominada "Cuadernos Rubio". No sé vosotros, pero en su momento yo hice cientos, total para terminar escribiendo con una letra redondilla y monjil, que sobre los trece años, los propios maestros te obligaban a cambiar porque resultaba "demasiado infantil."

Fue causa en mí de traumas. A saber:

a) ¿Alguien consiguió caligrafiar CORRECTAMENTE las dos primeras páginas de cada uno de los cuadernillos, con ejercicios de trazos en curva cíclica y rectas poligonales?
b) Siempre que miraba la contraportada, el Sr. Rubio me recordaba que YO COGÍA MAL LA PLUMA (a pesar de que en mis tiempos ya no se estilaba su uso.)
c) ¿Alguien, tras abandonar la escuela, ha continuado haciendo la "k" o la "x" de esa manera tan extraña?
d) ¿A cuento de qué aparecían a pie de página, esas extensas tablas para rellenar de números?¿nos anticipaban la aparición del sudoku?
e) Frases como «Dame un kilo de chocolate» y «Haré un hoyo en el suelo» ¿nos predisponían al menudeo con las drogas blandas y a qué hacer en caso de redada?

A eso hay que añadirle ese aspecto cutre que tenían los cuadernillos, mal impresos con una tinta negra y sin brillo sobre un papel de una calidad entre reciclado e higiénico... ¡en fin! No quiero abarcar todo el protagonismo, por lo que os pido que comenteis y deis luz a vuestros propios traumas infantiles.

3 comentarios:

LOLA GRACIA dijo...

Los cuadernillos Rubio a mí no me han servido absolutamente de nada. Mi letra es ilegible. En su día copiaba estilos pero no los de Rubio, qué cursilada!!!
El papel, sí, como el papel Elefante, el destroza traseros

desmitificador dijo...

¿Y lo divertido que era jugar con el papel celofán amarillo de que envolvía los rollos de «El Elefante»? Eso no tenía precio...

Pilar M Clares dijo...

Pues y esas espirales interminables sin salirte de la rayita...¿serían otra incitación a la droga y la psicodelia? hummmm... Pilerella... Menos mal que luego teníamos el elástico que llegábamos a saltarlo ¡a la altura de la cabeza!... y cuando me tocaba la Juani...