27 agosto 2006

Crucifijos para todo Dios o el cuento de la Coca Cola


JesuCristola

Yo también me voy a hacer eco de una noticia que he leído en macarras.org, proveniente del blog putatriat, ya que entra en la línea de lo que suelo comentar en el mío. Fue publicada el día dieciseis, en varios medios. Como en macarras.org aparece el artículo de 20minutos.es, yo enlazo aquí con el mismo en ABC.es:


Después de que os hayais leído la noticia os contaré un cuento divertido.

¿Preparados? Pues bien: ahora vamos a imaginar que surge una bebida refrescante que por su sabor y menor precio le hiciera una dura competencia a la Coca-Cola en los propios Estados Unidos. Vamos a imaginar también que en una junta para revisar las cuentas de la empresa, los accionistas de Coca-Cola se dieran cuenta que existen serias pérdidas y que su liderazgo está en juego.

Sigamos imaginando, que para solucionar tal problema, realizan un brainstorming durante el cual surge una idea genial (por absurda que pareciera al plantearse.) Meses más tarde, en unas declaraciones para la televisión, el presidente de Coca-Cola afirma lo siguiente:

«Nos encontramos en un momento difícil. Existen voces y movimientos dentro de la sociedad norteamerica empeñados en la muerte de la Coca-Cola y su total olvido. No es posible una América fuerte sin Coca-Cola, pues se volvería contra el Estilo de Vida Americano. El asunto es muy serio», recalcaría, «si al americano le faltase la Coca-Cola dejaría de existir.»

«Por ello es importante que nuestro refresco esté presente, por ejemplo, mediante su logotipo en los edificios públicos. No pretendemos con ello imponernos al resto de la sociedad a quienes les corresponde la gestión pública, tampoco fortalecernos con privilegios o imposiciones sociales o morales, pero, eso sí, pedimos ser respetados, con todas sus consecuencias. Que nadie nos malinterprete, no propugnamos un monopolio de la Coca-Cola», añadiría, «aunque ojalá que todos la conociesen y consumieran, porque es ahí donde reside "¡la chispa de vida!"

Vamos a imaginar que todo Estados Unidos se vuelve imbécil y compungidos y emocionados ante ante tal discurso, mandan pintar las fachadas de sus edificios gubernamentales de rojo con trazos en blanco, a semejanza de gigantescos botes del refresco, mientras los ejecutivos de la empresa lo celebran en el vestuario del club de campo dándose palmaditas unos a otros en las nalgas, ante el éxito de la campaña publicitaria.

Colorín colorado...

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